La Mujer Vestida de Hija de la Dictadura.

La foto preferida de mi mamá, yo en el sillón vanguardista.
Casamiento de mis tíos Rosana y José.
Me hicieron un vestido en el taller de la Baba Gusta.


I. Los objetos nos cuentas historias....
ARENAL GRANDE Y ARENAL CHICO (2547 Y 21547)

Ayer estaba mirando la espada de San Jorge. En la misma maceta de barro, ella ha sobrevivido.

La miro y veo la casa de la calle Arenal Grande, para ser más exactos, Arenal Grande 2547, esquina Concepción Arenal, la casa de mi abuela.
La veo ubicada en el patio, a la entrada del comedor.

Nos quedábamos allí muchas tardes, la mayoría contra nuestra voluntad, sobre todo aquellas de verano, de tanto calor en las cuales el único ruido era el del afilador.

En frente, la panadería Las Pirámides, creo que así se llamaba.
Ellos ya estaban muy viejitos, vivían sobre todo de recuerdos, las fotos de la familia muerta, recuerdos de la infancia en Europa antes del desastre, libros en Idish, yo creo que ya no querían vivir más.

El patio con sus plantas, la máquina vieja SINGER, el refrigerador General Electric, de los primeros que hubo.

La alacena, cierro los ojos y todo lo veo.

Las tardes en el zaguán cuando el calor agobiaba... Ellos ya hace muchos años que no están. En el 89 se fueron los últimos.

Tío José, Yo, Yeide Moishe.

Ahora en esa esquina no quedan rastros, hay un comercio, creo. Y, ya no queda ningún judío en Villa Muñoz. Los ricos se fueron a Pocitos, los pobres fueron desapareciendo. Me acuerdo cuando con mi padre comprábamos todas esas cosas ricas en la calle José L. Terra y Blandengues: el bursht, el vrust, el rolmops, el pancito, la crema rusa...

La espada de San Jorge, que está en el fondo de la casa de San Francisco en la calle Anacagüita, entre Ñacurutú y Cardenal, la casa de Arenal Chico, la que se pudo construir con el dinero de la venta de la casa de Arenal Grande...

Arenal Chico.

II. LA INFANCIA Y LA NOCHE EN MI PAIS Y EN LA HISTORIA

Yo súper vanguarista con las botas con cordones que mis tíos me trajeron de Florencia, Baba Jaika, mi mamá.


1. El 27 de junio de 1973 se escuchaban marchas militares durante todo el día. Me acuerdo que estuve como dos meses sin ir a la escuela y me mandaban tareas para repasar en mi casa. Mi madre me decía que “milico” era una mala palabra, que si la decía en voz alta, me podían llevar presa. Se ve que ella estaba muy asustada....

2. A 1975 lo llamaron “Año de la Orientalidad”. Recuerdo que la torre del Palacio Legislativo estaba toda iluminada con luces de distintos colores. La veía cada noche, al pasar por la Avda. Gral. Flores, cuando volvíamos de la casa de mi abuela, desde Goes a la Ciudad Vieja. El Palacio se podía visitar como museo, un día nos llevaron con la escuela, y nos mostraron, como algo de otros tiempos, las salas de Senadores y de Diputados.

3. El barrio Goes, también llamado Villa Muñoz, era el barrio en el que vivían los judíos. En este tiempo, ya habían comenzado a emigrar a Pocitos, donde, actualmente, vive la mayoría de nuestra colectividad. Geográficamente, estamos hablando de la zona comprendida (aproximadamente) entre las calles Marcelino Sosa, Juan José de Amézaga, Constitución y la Avda. Garibaldi. Mi abuela vivía en la calle Arenal Grande y Concepción Arenal, en la esquina ,donde nacen las calles Isla de Gorriti y Democracia. El número de puerta era 2547. En frente, estaba la panadería Las Pirámides, la parada del 526 (que va de Malvín a Sayago) y del 6, que iba de la Aduana, hasta la esquina de Arenal Grande y Garibaldi, de AMDET. Cuando íbamos con mi madre y mi hermano, lo tomábamos en la calle Yacaré, cerca del Mercado del Puerto. Donde nace la calle Democracia, había un rancho de lata, en el que vivían dos familias y a media cuadra estaba la pescadería. Todos los gurises, solíamos jugar en la vereda y los mayores, sacaban las sillas, como en todo barrio montevideano, en las noches de verano, son costumbres que casi se han perdido por completo...Mi abuela vivía con sus hermanos. Mi abuelo había muerto hacía 2 años, y ella por ese entonces comenzó a enfermarse. La casa tenía un patio central con claraboya donde había la mesa con sus sillas de paja, la heladera (de las primeras General Electric), la máquina de coser Singer, la alacena, donde se guardaban los platos y cubiertos, y las plantas ( eran espadas de San Jorge). Desde allí se iba al baño, a la cocina, al comedor, al dormitorio donde dormían los tíos de mi madre y al altillo. En el dormitorio dormían los tíos, tenía ventana a Concepción Arenal. En la cocina estaba el primus, donde la tía cocinaba el “fainkujn” , que era un revuelto de huevo y cebolla. Allí también, mi abuela horneaba sus galletitas de azúcar. La escalera que iba al altillo era de hierro. Era un desván, con esas cosas que ya nunca se usan. De ahí, por otra escalera de madera, se iba a la azotea.

Llegó  mi hermano.

4. A fin de ese año fuimos con mi madre a Buenos Aires, en PLUNA. Era la primera vez que subía a un avión, era de esos con ventanas redonditas. Mis tíos vivían en el barrio de Almagro, en la calle Lambaré. Se tuvieron que ir en 1974, porque en Uruguay la situación estaba difícil, no había trabajo. Vi por primera vez el subte, lo tomábamos en la calle Corrientes, en la estación Almagro, y nos bajábamos en la estación Florida. Conocí la 9 de Julio, el Obelisco y el Ital Park.

5. A fin de 1975 nos mudamos. Nosotros vivíamos en el barrio Ciudad Vieja, en la calle Sarandi, y nos mudamos al Cordón, a la calle 18 de Julio. En 1976, yo estaba en cuarto año de escuela, iba al “José Pedro Varela”. Ese año comencé a tener dificultades para ver, me sentaba en la tercera fila, me cambiaron a la segunda, y luego a la primera. Al final, me llevaron a un oculista, porque tampoco veía. Miopía, dijeron, y empecé a usar lentes. Eran tiempos difíciles, pero nosotros no nos dábamos cuenta de nada. En casa no se hablaba de la situación del país, solo sabía que no había más elecciones, que al presidente ahora no lo elegía el pueblo, y que habían sido disueltas las cámaras. Pero nadie me explicaba más que eso, seguramente por temor, se me ocurre. Ese año asumió el presidente de facto Aparicio Méndez, recuerdo que la calle Agraciada (creo que ya le habían cambiado el nombre por “Avenida del Libertador”), estaba llena de milicos. Yo era una buena alumna, tenía facilidad para la matemática. Lo que me acuerdo es que los libros de historia y geografía eran todos blanco y negro, algo así como papel de diario, un poquito mejor. Me gustaba mucho la música, y la plástica. Iba a aprender flauta dulce, pero lo que más me gustaba, era tocar lo que escuchaba, más que leer las partituras. Mi madre tenía un disco de música típica del norte argentino, se llamaba “El arte de la quena”, del autor Uña Ramos. Yo sabía tocar los carnavalitos, solamente de oído, cosa que me acuerdo hasta el día de hoy. También iba a un taller de plástica, donde hacía cerámica y pintaba al óleo. Todos los fines de año, desde que vivíamos en 18 de julio, los pasábamos allí. Siempre me preguntan porque nosotros festejamos el fin de año cristiano, y yo digo que no es un tema de religión, al fin y al cabo, por el calendario gregoriano es por el cual nos regimos para todo, entonces nosotros también podemos festejar. Era muy bonito cuando llegaban las 12, y empezaba la lluvia de luces de bengala y de cañitas voladoras. Desde nuestro balcón se veía todo. En esa época, la gente no salía ni el 24 ni el 31. Me acuerdo que a las 9 de la noche, 18 quedaba totalmente vacía, hasta que después de las 12, se veía movimiento otra vez. Ese año daban la película 2001, Odisea del Espacio, y mi madre nos decía: “En el año 2000 vas a cumplir 34 años, y tu hermano, 28”. Parecía que iba a ser todo como los Supersónicos, no nos podíamos imaginar como íbamos a estar en el año 2000. Nosotros no podíamos veranear en ningún balneario. A veces, los domingos, íbamos a pasar el día a la playa que queda pasando el puente del arroyo Carrasco, llevábamos comida para todo el día. En esa época, no había problemas con la capa de ozono, y uno podía pasar el día en la playa. Teníamos una Peugeot 403, y la cargábamos con sillas y mesas. Durante la semana, íbamos a la playa Pocitos. En esa época, íbamos por la mañana. Tomábamos el 121 en 18 y Juan Paullier, y bajábamos en la Rambla y Avda. Brasil. La vuelta era lo peor, nos bajábamos en Colonia y Joaquín Requena, y teníamos que caminar la cuadra hasta 18, una subida enorme, y a pleno mediodía. Yo ese año ya iba sola a la escuela. Me acompañaban a la parada, y yo me bajaba en Colonia y Carlos Roxlo, sólo la ida.

6. En Turismo de 1977 fuimos a Buenos Aires en auto. Todavía no estaba terminado el puente Zárate-Brazo Largo, así que tuvimos que ir por Paraná y Santa Fe. Conocí el túnel subfluvial, nunca había visto nada similar. Pasar por debajo del río Paraná era algo increíble. El viaje duró dos días, a mi me parecía mentira poder ir a otro país en auto. Hasta ese momento, sólo había ido al Chuy, uno iba a comprar remeras Hering y chocolates Garoto, Yo, toda emocionada, cuando cruzaba la calle pensaba “Estoy en Brasil”. Mis tíos se habían mudado al barrio Caballito, vivían en la calle Hidalgo. Ibamos a ver vidrieras a Rivadavia y Acoyte, caminando. Conocí el parque Centenario, y el Tigre. Me encantó el paseo en lancha, por todos los riachuelos, en el delta. Mucho después, mi madre me contó, que una noche, se oyeron golpes en el departamento de arriba de mis tíos. Al otro día no había nadie y estaba todo destrozado, cuenta. Los famosos operativos de secuestro de la dictadura militar. Unos más, para agregar, a la larga lista de detenidos-desaparecidos. En Argentina fueron muchos más que en Uruguay. Mi madre tenía mucho miedo, por eso nunca nos contó nada mientras fuimos niños, tendría miedo que fuésemos a decir algo de más, y solo por hablar, ya te podía pasar algo. Ella se acuerda hasta el día de hoy del día que agarraron a Sendic, en Maciel y Sarandí. Hasta hace poco estaban las marcas de los balazos en la cortina de enrollar del edificio de la esquina de Sarandi y Pérez Castellanos. En ese tiempo había dictaduras militares en toda Latinoamérica. En Uruguay, Argentina, Brasil, Paraguay, Chile. Y todavía faltaban muchos años para el retorno a la democracia. Yo me acuerdo de las famosas cadenas por televisión, poco antes de las 20 horas, de las Fuerzas Conjuntas, con esa música horrible, y donde mostraban fotos de gente, presentándolos como delincuentes. Yo sabía que los buscaban, decían si alguien sabía el paradero de fulano, de mengano, que avisara. Un día mi madre vio la foto de una vecina del edificio. Se aterró. Poco tiempo después se enteró que por suerte se había tomado los vientos...

Los amigos del barrio pueden desaparecer...
Los cantores del barrio pueden desaparecer...
Los que están en los diarios pueden desaparecer...
La persona que amas puede desaparecer....
Los Dinosaurios.

7. El primer recuerdo que tengo del campeonato Mundial de Fútbol, fue el de 1978, en la Argentina. El tío de mi madre decía, que acá éramos unos chambones, que ni siquiera habíamos lograr pasar las eliminatorias, el año anterior. Ya Uruguay había dejado de jugar bien al fútbol hace rato... Como siempre, salvo raras excepciones como en el 86 y en el 90, vi el campeonato desde afuera... No tenía por quien hinchar.. A mí siempre me compraban la revista Billiken, y me sabía los nombres de los jugadores de aquella época.. Me acuerdo de nombres como Kempes, Luque, Fillol y Tarantini. Yo juntaba un álbum de figuritas que traía la revista y por eso me acuerdo de los nombres. Me acuerdo de la final contra Holanda, porque mi padre hinchaba por Argentina, y cuando hicieron los goles, saltó de alegría. El vivió en su adolescencia en la Argentina durante muchos años, en la época peronista. Mi padre nació en Viena, Austria. Mi abuela paterna, se tuvo que ir de Europa cuando mi padre tenía 7 años, en el año 1939. Primero se tuvo que escapar a Italia, y de allí se pudo tomar el barco, fue el último que salió antes de la guerra. Si no lo hubiera hecho, no estaría hoy contado esta historia. En ese mismo barco vino la familia de mi tía, judíos italianos, pero se dieron cuenta cuando hablaron muchos años después. Ella siempre contaba que apenas llegó, lo anotó en el ”Instituto Crandon”.Cuando iba a la casa de mi otra abuela, siempre me hablaban de cuando vivían en Europa. Eran una familia de siete hermanos, eran de Polonia. Antes de la primera guerra tenían tierras. Vivían en el campo. Dicen que después perdieron todo. Primero se vino mi abuelo, y después ellos. De los siete hermanos, tres, vivían en la casa de Arenal Grande. Estaban marcados, perdieron tres hermanos y a sus padres. Tenían esos álbum de fotos, de color sepia, donde aparecía la familia completa, y la foto que siempre me mostraban era la de tres niños, que eran sus sobrinos, y que, murieron también. Cuando uno va envejeciendo vive de recuerdos. Siempre hablaban en hiddish, entre ellos, y con mi madre. Me acuerdo que escuchaban una audición judía, en Radio América, CX 46, todos los mediodía.

8. En el año 1978, yo fui escolta de la bandera. Es un honor que jamás podré olvidar el resto de mis días. Fui seleccionada, debido a mis buenas notas, de primero a sexto año de escuela. Me enteré a fines de 1977. Tuvimos muchos ensayos, en donde debíamos practicar el cambio de abanderados, los que dejaban sexto, para ir al liceo, y nosotros. Fueron quince días de ensayos, que siempre los recordaré. Durante todo el año yo escolté a mi bandera. Pero un día, tuve el honor de llevar en mis manos, la bandera de los Treinta y Tres Orientales. Ese momento jamás lo olvidaré. Tuve una maestra, en cuarto y sexto año de escuela, a quien yo adoraba. Su nombre es Cándida. Egresé de sexto con la nota sobresaliente. En sexto año, teníamos un sistema de rotación de maestras. La mía era Cándida, pero a la hora de rotar, tenía a Maruja en Idioma Español, y a Lilian en Matemática. Cándida nos daba geografía e historia. Un sistema muy bueno, para irnos acostumbrando al régimen del liceo, donde uno tiene un profesor por cada materia, y no una misma maestra para todo. Una transición. De la escuela al liceo, todo un cambio.


III LA ADOLENCENCIA Y EL ALBA EN MI PAIS Y EN LA HISTORIA

1.


Empecé a entender que estaba pasando en mi país, en 1980. Yo tenía 13 años. En el liceo nadie hablaba de nada, y en mi casa no me habían contado nada hasta entonces, pero hubo un acontecimiento, por el cual pude empezar a entender. En noviembre, había un plebiscito. Lo primero que supe era que había que votar por SI o por NO. SI, para que siguiera todo como estaba, NO, para volver a la democracia. Por televisión solo daban propaganda del SI, mostraban una realidad hermosa, y que habría de continuar votando si. Pero tuve una vivencia, que me marcó. Un mes antes del plebiscito, hubo un acto en 18 de julio. El lema era “Votemos por el NO”. El acto estaba organizado por los blancos, hasta ese momento jamás había oído hablar de partidos políticos, ese era el primer día. La gente llevaba fotos de Wilson Ferreira Aldunate. El acto era en el cine Cordón, pero se llenó enseguida, así que la gente estaba en la calle. Se llenó la cuadra. Cuando el acto terminó, la gente empezó a salir y a caminar. Nosotros estábamos en el balcón. En ese momento, por la vuelta de Martín C. Martínez, aparecieron un montón de milicos a caballo, estaban esperando. Pasaron por encima de la gente, los molieron a los palos. Se metieron con los caballos hasta en la farmacia Lyon, y en la heladería La Cigale, de Brandzen y Requena. Entonces mi madre me tuvo que explicar que era lo que pasaba, me tenía que dar una respuesta.
¡Por supuesto, ganó el NO!

2.

En 1982 hubo una elección. Ganó Sanguinetti. Wilson Ferreira Aldunate y el Frente Amplio estaban proscriptos.
En 1983 el discurso de Candeau en el Obelisco marcó un hito en nuestra historia. Miles y miles desfilando por la Avda. 18 de Julio, la gente no quería saber más nada con dictaduras, marchaban y marchaban, eran tantos que las veredas de 18 no se podían ver, solo un colchón de cabezas y más cabezas.... De la noche oscura que vivió nuestro país en los 11 años de dictadura ya se sentía la presencia del alba, muy , pero muy cerca..
1983 y las cacerolas. Todos los días, a las 8 de la noche, durante media hora todos golpeaban cacerolas, una más de las infinitas manifestaciones de protesta. ¡En todos los balcones de 18 se veían miles, gente unida diciendo basta, basta, basta !

3.

A fines de 1983, Germán Araujo, que tenía un programa en la radio CX 30, hizo una huelga de hambre. Todo el pueblo lo acompañó. La enseñanza estaba con problemas. La gente salió, una vez más, a 18 de Julio a manifestar su disconformidad con el régimen militar. Como siempre, aparecieron los caballos. Cada vez era peor. Esta vez, aparecieron por el medio de la calle. Una pobre señora, estaba esperando el ómnibus en la parada de 18 y Joaquín Requena. Tenía, creo yo, las intenciones de volver a su hogar, luego de una larga jornada de trabajo. La señora tenía dos bolsos en la mano. No pudo ser. La molieron a palos simplemente, por estar parada en esa esquina esperando el ómnibus....

4.

En el año 1984, aparecieron, muy, pero muy lentamente, las primeras luces del alba.

Yo iba al liceo Juan Zorrilla de San Martín (Liceo Número 4). Estaba haciendo sexto de Arquitectura. Nosotros íbamos de uniforme, pollera gris, camisa blanca, y corbata bordeau.

El día del vaquero, no queríamos usar más uniforme, estábamos hartos. Estábamos tan cansados de tantos años de represión, que cualquier elemento obligatorio nos hacía pensar en dictadura. Fue el uniforme, podría haber sido cualquier cosa.

Más adelante, los estudiantes nos rebelamos contra el director del liceo, un tal Velásquez. Le había puesto, injustamente, una falta disciplinaria a un compañero. Inventamos un canto, que decía, algo así como “Abajo, Velásquez, seguí poniendo faltas, que se te va acabar el día”.

En el mes de agosto levantaron la proscripción del Frente Amplio. ¡Podíamos salir a manifestar ! Se podía decir FRENTE AMPLIO y no era una palabra prohibida. Se podía hablar de Zelmar Michellini y de Hector Gutiérrez Ruiz. Se podían pronunciar sus nombres. Se podía ir por 18 de Julio con la bandera tricolor, blanca, azul, y roja. Nadie censuraba nada. Resultaba tan increíble. Fuimos al primer acto del Frente Amplio desde la casa de una amiga del liceo. Fue toda su familia. Ibamos, portando la bandera tricolor, caminando, con un orgullo enorme.... El acto fue en la explanada de la Intendencia. No cabía ni un alfiler. Un momento inolvidable.

Las primeras elecciones en Democracia fueron en noviembre de 1984.La última había sido en noviembre de 1971. El año en que nació el Frente Amplio. No pudo ser en aquel entonces, no pudo ser en 1984. Lamentablemente, no pudimos ganar las elecciones. Y todavía no hemos podido hacerlo.

Once años de impunidad, de noche cerrada, de no poder elegir a nuestros gobernantes. Ellos eran impuestos y no se podía juzgarlos. ¡ Yo tenía 18 años recién cumplidos, y pude votar !

¿ Qué quiero para mi país? Quiero igualdad, que la gente no pase hambre, que no pase frío, que todos podamos tener un trabajo digno. ¿ Es tan, pero tan difícil ? No lo creo así.

5.

Primero de Marzo de 1985. EL RETORNO A LA DEMOCRACIA. Día inolvidable. Podíamos escuchar música en castellano. No se podía creer. Zitarrosa, Viglietti, nuestros. De argentina vinieron Charly García, Nito Mestre, Mercedes Sosa, también cantó Silvio Rodríguez, y Pablo Milanés. No recuerdo todos los nombres. Sé que eran muchos, y la emoción que me embargaba, enorme. ¡La música también era libre !

Había escenarios en distintos puntos. En la Intendencia, el más grande, luego había otro en la plaza del Entrevero. La emoción me embargaba. ¡Podía escuchar música en castellano, y en mi país, y nadie me lo podía prohibir, nadie !

Todos estaban en el exilio. Y pudieron volver. Todos los que volvieron, muchísimos...

Podían vivir en un país libre, en donde nadie nunca más los iba a censurar por pensar en la libertad, en la igualdad y en los derechos humanos.

No más palabras prohibidas, censuradas, robadas, analizando el momento justo para decirlas, ni un antes, ni un después, eso podría ser fatal...

6.

En noviembre de 1986 se votó la ley de Impunidad. Si, para todos los militares. Aquellos que habían torturado, asesinado, y sido capaces de las más terribles atrocidades. Impunidad. Decían, si hay impunidad para los “tupa”, entonces también para nosotros. Y así nomás, el Senado votó la ley de Impunidad.

Yo en ese entonces, comenzaba la facultad de Arquitectura. Mis compañeros estaban juntando firmas para derrocar esta ley, estaban juntando firmas para QUE EL PUEBLO DECIDIESE. Por suerte logramos juntarlas. Nada más. En 1989, el pueblo decidió impunidad para torturadores y asesinos. No puedo ni podré comprender jamás esto. ¿Cómo mi pueblo elige la impunidad para tanta atrocidad ? A veces, a mi pueblo no lo puedo entender.

No puedo entender porqué mi pueblo eligió el amarillo y no el verde. No puedo. Ni podré.

Está bien, pudieron salir en libertad Mauricio Rosencof, Eleuterio Fernández Huidobro, no pudo ser para Adolfo Wasem, ni para Raul Sendic, si para Pepe Mujica, y Zabalza. Ellos pasaron años en los calabozos escondidos de nuestro país, años de tortura física y psíquica, encerrados en catacumbas como si fuesen animales.

Pero está mal la impunidad para los torturadores.

Sara Mendez, que jamás pudo encontrar a su bebito Simón. Mariana Zaffaroni, Emilia Islas y Eduardo Zaffaroni, Cecilia Trías, Aída, Elena Quinteros, sigo agregando nombres y no me alcanzan los renglones de este libro para escribirlos.

Las chiquilinas, amigas de Toda La Vida: de izquierda a derecha Sandra, Gianella, Yo, y Beatriz.

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