María Luz.


I.
Hoy es el aniversario de Juan y María.
Una vez él salió a trabajar, temprano por la mañana, María se levanta presurosa. Se viste con un vestido de bambula blanca, y rápidamente sale a la calle. María tiene muchas cosas por hacer.


María pasa por el puesto de Angelito, el vendedor de flores.
-Buen día, María. Hoy se te ve radiante.
-Gracias Angelito, ¿sabés? ¡Hoy es mi aniversario!
-¡Qué bien! No me digas nada, querés tus flores preferidas.
-Un ramo de rosas amarillas.
-Rosas para una rosa- dice el vendedor- acá tenés, María.
-Realmente están muy lindas.
-La que está linda sos vos. ¿Cómo se porta esa critatura?
-Patea bastante, pero lo siento tanto… - María está con un embarazo casi a término. Luce tan feliz…


María elige cuidadosamente los ingredientes del plato preferido de Juan, pollo agridulce con pasas y salsa caramelo. Busca el pollo más grande en la avícola de la esquina. Luego, se dirige a Casa Singer, las especias de allí son más frescas. Por último, antes de llegar a casa, completa el surtido en el supermercado: Azúcar Rubia.

II.
María Luz y Juan Cruz, se hicieron novios en la “Scuola Italiana”. Juan Cruz estaba en cuarto, y María Luz en segundo.

María Luz tenía el cabello largo y ojos celestes. Era la chica más linda de su grado. Cuando los de cuarto hacían los bailes, todos querían bailar con María.

Juan Cruz era uno de los delegados de la comisión del Grupo de Viaje a Bariloche, había sido votado por unanimidad. También Juan Cruz estaba en el equipo de fútbol, el de rugby, y el de polo. Juan Cruz había nacido para ser deportista.

Ese día, era el último baile de los de cuarto. Juan Cruz sacó a bailar a María Luz, y ella asintió.

-¡Qué suerte que tenés, María! ¡Cuántas soñamos con que Juan Cruz nos mire, y a vos te saca a bailar!

Dos semanas después, Juan Cruz le pidió para arreglarse a María, y ella le dijo que sí.
-¡Qué suerte que tenés, María! – volvieron a decirle todas sus amigas - ¡Cómo nos gustaría ser vos!

III.
María Luz y Juan Cruz estuvieron nueve años de novios. Por esas épocas Juan Cruz, además de tener en su haber una colección de más de cien medallas, en encuentros deportivos, competencias, y seminarios, estaba dedicado a la religión. Era un ferviente católico.

Por supuesto que María Luz y Juan Cruz no tenían relaciones sexuales, puesto que los mandatos religiosos así lo indicaban.

-María, ¿cómo hacés para soportar? – preguntaban sus amigas.
-Es una cuestión de valores- decía ella.
-¿No te pone celosa que Juan Cruz tenga relaciones sexuales con otras mujeres?
-No, el es hombre, y tiene que hacer “sus cosas”.

IV.
El casamiento fue impresionante. Una fiesta para 500 invitados, luego de la ceremonia religiosa, que se llevó a cabo en la Parroquia Stella Maris.

María estaba bastante nerviosa, pues esa noche, rompería con la castidad.
Tenían reservada la suite presidencial en el Hotel.

Una vez que los últimos invitados se retiraron de madrugada, Juan Cruz, tomó a María Luz de la Mano, y la condujo a la suite.

María estaba rígida.

-¿Porqué estás tan dura? – Estoy nerviosa- ¿Nerviosa? ¡Estás conmigo! ¿Cómo vas a estar nerviosa? ¡Vos no me habrás engañado! - ¡Juan! ¿Cómo se te ocurre? – Por algo estás nerviosa. Pero ya me voy a enterar.

Acto seguido, Juan comenzó a desvestir a María Luz. Si es que a eso se le podía llamar desvestir. Más que desvestir, rasgó absolutamente toda la tela del vestido de novia.

¡Pará Juan! ¡Me estás lastimando! – ¿Qué dijiste? ¡Qué dijiste! – Pa-ra… - ¿Me estás rechazando? -¡No Juan!
Una vez rasgado el vestido, María quedó con la hermosa lencería hecha a mano por las hermanas Achával, famosas por sus diseños de ropa íntima para recién casadas.
María lucía un juego de body con portaligas, medias de encaje, y un conjunto de ropa interior bordado y con perlas.

Los ojos de Juan, se le salieron de las órbitas.

-¿Qué pasa? ¿No te gusta?- ¡Todavía tenés el descaro de preguntar! ¡Estás vestida de puta! ¡Me casé con una puta, carajo! – Juan, pero es lo que se est…- Juan no la dejó terminar de hablar.

Poseído por el diablo, le arrancó de modo bestial todas las prendas. A continuación la empujó a la cama, y se le tiró encima.

La penetró de modo salvaje, y luego eyaculó.

Entonces, se levantó, y dijo: - Me voy a duchar, me da asco haberme casado con una puta.

María Luz quedó sangrando inmóvil sobre la blanca sábana.

V.

-María Luz, ¿qué es esa mancha que tenés abajo del ojo?
-No es nada, me golpeé contra la puerta del invernadero.
María Luz se maquilló con bastante corrector.

-María Luz, ¿otra vez te golpeaste contra la puerta del invernadero?
-Sí..
-María, por favor, decime la verdad.

-María, ¡No lo defiendas!
-El me prometió que iba a cambiar, ahora que voy a tener al nene…
-No sé, María, vos sabés lo que hacés.

-¡Quién estuvo de visita acá! ¿No te dije que no me banco a tus amigas? Te llenan la cabeza de mierda. ¡Te prohíbo que te visiten! Oíme bien, si vuelven, atenete a las consecuencias.
-No van a volver.

-María, a ver ese moretón….
-Sh… hablá despacio…. Que la mucama le cuenta todo a Juan.
-María, ¡tenés un hematoma brutal, y la cara hinchada!
-Ya te dije que no es nada.
-¿Cómo que no es nada? ¡Este tipo te está pegando!
-¡Callate! Es mi marido y lo amo. Lo que pasa es que anda muy nervioso. Los negocios no andan bien últimamente. Mirá, prefiero que no nos veamos más.
-María, soy tu mejor amiga, ¿cómo me podés pedir eso?
-¡Porque vos tenés envidia de Juan!
-¡María!
-¡Siempre le tuviste ganas! Y ahora me das manija contra él para que lo deje.
-Realmente te desconozco.

VI.
María ya tenía la cena lista. El pollo agridulce a punto, como a Juan le gustaba. Sus otros seis hijos ya estaban vestidos y peinados. María espera su séptimo hijo con Juan. Está embarazada de 36 semanas.

Unos fuertes golpes se oyen en la puerta de calle. María abre.

-¿Qué hacés vestida así? ¿No ves que se te ve todo?
-Feliz aniversario, mi amor.
-¿Ya está la cena?
-Te hice pollo en salsa agridulce.
-¡No te pregunté qué hiciste, limitate a contestar lo que te pregunto! ¿No ves que el patrimonio de mi familia está corriendo peligro? ¡Y vos me venís con estas pavadas!
-Perdoname, Juan.

Los siete niños ya están sentados a la mesa. La cabecera, libre para Juan. Lisa, se había manchado el saquito rosado.

-¡Qué clase de madre sos! ¡Tenés a nuestros hijos sucios! ¡Qué carajo hacés en todo el día! ¡Te mantengo, no te falta nada y vos no cumplís con tus obligaciones!

-Juan, recién se le volcó un poco de Coca…

-¡Cambiale el saquito ya! ¿No ves que viene Pedro Arocena dentro de un rato para tratar asuntos de la empresa? ¿Qué va pensar si ve a mis hijos sucios?


María sube la escalera con Lisa.
A los quince minutos, tiempo que le llevó cambiarla, María baja la escalera.

-¡Se te ve todo! ¿Saliste a la calle con esto? – Es un vestido de bambula, ya no me entra nada.- ¿Saliste a la calle con esto? – Si.- ¡Puta del orto! ¡Qué coca cola ni coca cola! ¡La nena está sucia porque vos de tarde andá a saber qué carajo anduviste haciendo por ahí!- Juan, nada que ver- ¿Qué dijiste?- Que nada que ver- ¡Todavía tenés la osadía de mentirme! – Juan sube la escalera a la altura del escalón donde está María. –Lisa, bajá y sentate en la mesa con tus hermanos, que tengo cosas que hablar con mamá.

-¡Puta de mierda! ¿Así que de tarde yo estoy trabajando y vos andás de putas por ahí?- Juan, por favor- Juan zamarreó a María Luz, le dio dos golpes brutales. Ella cayó rodando por las escaleras.

Juan se acercó en silencio. Tomó el pulso de María Luz. Estaba Muerta. El bebé también.

Juan tenía que pensar rápidamente. En dos horas llegaba Pedro Arocena.

Los niños lo miraban muertos de miedo.

Si los niños hablaban, Pedro Arocena no le daría un peso.

Juan no podía perder un instante. Se dirigió a su estudio. Al rato estaba nuevamente en el comedor. Los niños lo miraban atónitos. Entonces Juan, se levantó, y disparó uno a uno en la cabeza de los niños. En dos minutos, todos estaban muertos.

Todavía le quedaba una hora. Juan arrastró los cadáveres hacia el galpón del fondo, ya después vería cómo se deshacía de todo eso.

Volvió al interior, y llevó todos los platos a la cocina. La mesa quedó vacía, sólo en un extremo una botella de J&B, y dos vasos. También la hielera.

VII.

-¿Cómo te va Pedro?
- ¡Todo bien! ¿Y María y los chicos?
- Se fueron a la estancia, necesita tranquilidad.
-¡Claro! ¿Para cuándo tiene fecha?
-Para el 25 de la semana que viene.
-Te felicito, che.
-Gracias.
-Sentate, ¿querés un trago?
-¡Qué atento! No se te escapa nada, como en tus mejores tiempos. ¡Démosle a ese etiqueta azul que nos llama, ja ja!
Juan sirvió dos vasos.
-¿Con hielo?
-No, sería un sacrilegio.
-Yo pienso lo mismo.
-Bueno bridemos. ¿Por quién vas a brindar, Juan?
-¡Por mi!
-Tenés razón, yo también voy a brindar por mí.
-Eso de la falsa modestia es una verdadera patraña.

Anna Donner Rybak © 2010

Si no querés que vos y tus hijos terminen muertos, DENUNCIA. Estás en peligro de muerte.

LUGARES A LOS QUE PODÉS RECURRIR.
http://www.violenciadomestica.org.uy/
http://mujeresdenegrouruguay.blogspot.com/

RECORDA QUE MAS VALE QUE ÉL SE ENOJE AUNQUE HABLES, A QUE VOS Y TU FAMILIA SE VUELVAN CADÁVERES.

Mía




I.
-¿Cuántos años tiene?

-Ocho.

-¿Y va solita? – Mía está subida a Rey, con su bombacha y botas de montar.

-Sí, ella anda desde chiquita.

-¡Pero es divina!- Exclama sorprendida la señora Márquez.

Mía, al igual que todos los demás jinetes, está pronta junto con Rey para desfilar.

Mía es una nena de rizos de oro, y ojos aguamarina. Se la ve tan segura sobre Rey, tan pequeña y tan tierna…

Mía es una niña buena, cuida a sus primas más pequeñas, juega con ellas.

Mía es una niña buena porque papá le dio mucho amor.

Papá adora a Mía, y la cuida como su propia hija, pero ahora….

Cuando papá se enamoró de Silvia, la aceptó incondicionalmente. Ella tenía una pequeña hija, y ni sabía quién era el padre.

Papá adoró a Mía desde el primer día. Cuidó de ella durante siete años. Incluso después que Silvia lo abandonó, dos meses después, para irse con otro hombre.

Un día, golpearon a la puerta. Papá preparaba la cena, y Mía abrió. ¡Mami, Mami! – se colgó del cuello de Silvia.

-¡Tené cuidado, Mía, que recién salgo de la peluquería! – dijo molesta Silvia.

Papá, tuvo un terrible presagio.

II.

-¿Cómo estás, Silvia?- le dijo papá, y la invitó con un trago.

-Muy bien.

-Se te ve muy linda.

-Ah, gracias. Es que conocí a alguien y nos vamos a casar.

-¡Felicitaciones! Vos sabés que te quiero, y te deseo lo mejor.

-¡No me importan tus felicitaciones ni tus deseos!- repuso molesta, Silvia. A continuación se dirigió a Mía:

-Mamá vino a buscarte, ahora vamos a estar juntas…

-Silvia, ¡no me hagas esto, te lo pido por favor!- dijo papá.

-¡No es tu hija! ¿Qué te metés en lo que no te importa?

-¿Me vas a decir que ahora te importa tu hija, después que la dejaste conmigo y te borraste, y nunca más viniste a saber de ella? ¿Sabés cuántas veces me preguntó por “Mamita”? Y yo le decía, “Mamita tuvo que viajar por trabajo”, y Mía me decía “Extraño a mami, papito”. ¡Sabés cuánto me llevó sacarle la pena! ¡Claro que no sabés, si no tenés corazón!

-¡No tengo tiempo para estupideces! Dejate de sensiblerías. Es ¡mi hija y no tuya! ¡No tenés ningún derecho sobre ella!

-La cuidé, le enseñé a caminar, le leí cuentos todas las noches antes de dormir, la inscribí en la escuela, y me decís que ¡no tengo nigún derecho! ¿Y vos? ¿Qué creés? ¿Qué porque sos la madre biológica podés ahora salir de la nada, y arrancármela como si nada?

Silvia se miraba las uñas recién pintadas, mientras papá, desesperaba.

-Me importa una m. lo que pensás. ¡Mía! ¡Vamos a buscar tus cosas!

-Silvia, te lo pido por favor, no me hagas esto. ¿Necesitás guita? ¡Te doy lo que quieras!

Silvia hizo de cuenta que no escuchaba nada.

-¡Mía, no traigas todo, mami te compra!

Mía, en silencio, fue a su habitación, y en una pequeña mochila rosada, puso su remera de Barbie, un osito rosado, y cuando estaba juntando la ropa interior Silvia le dijo:

-¡Con eso basta! ¡Vamos que estoy apurada!

-Chau, papito.

-Chau mi amor.

III.

Mía estaba tan feliz… Al fin mami había venido a buscarla… y la abrazó.

-¡No seas molesta! ¡No ves que mamá va salir esta noche y tiene el peinado perfecto!

-Perdoname, mamita.

Silvia se detuvo frente a una casa de madera, y abrió la puerta rápidamente.

-¿Qué esperás para entrar? – le dijo a Mía.

-Perdoname, mamita.

-¡No sabés decir otra cosa!

Mía entró, y Silvia le señaló una habitación.

Había un sobre de dormir.

-¿Mami, y mi cama?

-Mami te va comprar ¡todo un juego de dormitorio rosado, como el de Barbie!

-Mamita, te quiero tanto…

Unos fuertes golpes, casi derriban la puerta de entrada.

-Mamita, están golpeando..

-Ufa, ¡ya se, Mía!

Silvia abrió. Un hombre ataviado con una campera de cuero, tachas, y muchos tatuajes entró.

-Hola, mi amor- le dijo Silvia.

El hombre, sin responder, vio a Mía, que lo observaba con sus ojos aguamarina.

-¡Y esta gurisa quién es! ¡No te dije que no quiero a nadie más acá adentro! – dijo enojadísimo el tipo.

-Es mi hija.

-¡Cómo! ¿Tenías una hija, desgraciada, y no me avisaste nada? ¡Ahora que! ¿Tengo que alimentarlas a las dos?

-Tranquilizate, Richard. No es lo que pensás.

-¡Y vos qué carajo sabés qué pienso yo!

Silvia no respondió.

-¡Te hice una pregunta!- acto seguido, Richard se dirigió hacia Silvia, y le dio una bofetada.

-¡No le pegues a mami!- gritó Mía.

Richard, con los ojos desencajados, reparó en la vocecita infantil. A continuación, cambió radicalmente su tono.

-¿Cómo te llamás?

-Mía…

-Tenés unos ojos muy lindos, Mía- dijo Richard. Y le acarició los rizos.

-Vos no me gritás, mami me grita….

-Mami te grita, porque mami es mala, por eso le pegué. Perdoname- le dijo Richard a Mía.

Silvia se dirigió a Richard y lo abrazó.

-Richard, traje a la nena porque tuve una buena idea para nuestro futuro, no te enojes por favor.

-¿Qué idea? ¡Una gurisa lo único que me va traer son más problemas de los que ya tengo! ¿Está pronta la cena?

-¿No íbamos a salir?

-Oíme bien, hija de .. ¡No vamos a ninguna parte! ¡Quiero la comida!

-Ya te preparo, mi amor.

-¡Qué! ¿No tenés preparada la cena? ¡Trabajo como un burro todo el día y vos andás loqueando por ahí, y llego a mi casa, me encuentro con que tenés una hija, y no está la cena! - Richard le dio una piña que fue directo a la cara de Silvia.

-Perdoname, mi amor, ya te preparo.

IV.

Papá se desesperó desde el día que Silvia se llevó a Mía.

Al día siguiente, se comunicó con Silvia, para decirle que visitaría a Mía.

-¡Oíme bien! ¡No es tu hija y no tenés más nada que ver con ella! ¡No la vas a ver más!

-¡Pero qué te molesta!- decía papá.

-¡Claro, querés arruinar mi matrimonio!

-¿Y eso qué tiene que ver?

-¿Sos o te hacés? Si Richard me ve con vos, me va dejar, ¡tarado!

Todo lo que hizo papá por ver a Mía fue inútil. Trató de ir a buscarla a la escuela. La maestra ya se la iba a entregar, cuando llegó Silvia muy nerviosa.

-¡Vos sos enferma! – insultó Silvia a la maestra.

-¡Que le pasa señora! ¡Si es el padre de la niña!

-¡Qué padre ni padre! – Silvia giró la cabeza media vuelta y le dijo a papá- Hijo de tu m. ¡así que acá mentiste! ¡Este señor no es el padre de esta niña, pero yo sí soy la madre!

-¿Y si es la madre porqué nunca vino por acá, Señora?

-Escuchame bien, vieja metida, no preguntes lo que no es asunto tuyo.

-¡Usted disculpe, Señora, pero el señor, aunque usted diga que no es su padre, es quien todas las tardes desde que está en la escuela, ha venido a buscar a esta niña!

-Mirá, vieja, desde hoy, la que va a venir a buscar a Mía soy yo. Y si se la das a este ¡te denuncio, vieja! ¡Me entendiste!- acto seguido agarró a Mía del brazo y se la llevó a rastras.

-Tenés que hacer la denuncia Juan- le dijo la maestra a papá.

-No me sirve de nada, en este país la madre es La Madre. Y yo ni siquiera soy su verdadero padre… - a papá se le caían las lágrimas.

-Juan, ¡cómo decís eso! ¡Claro que sos su padre! ¡Padre no es el que la engendra, padre es el que la ama, la cuida! Juan, yo tengo una conocida en Montevideo, te voy a averiguar.

V.

Unos gritos despertaron a Mía en la mitad de la noche. Se levantó, con su pijama rosado, y fue al comedor.

-¡Grandísima h.d.p! – gritaba Richard. –¡Todavía que te mantengo y no te deshiciste de la gurisa!

- Esto lleva tiempo Richard, pero vas a ver, no vas a tener que trabajar más, vamos a poder vivir en Miami.

-¡Todo muy bonito, pero para cuándo!

-Vos sabés que la tramitación es lenta.

Richard, como era su costumbre, le pegó varias bofetadas a Silvia.

-Esto va para que te apures en los trámites- dijo, como si nada.

-¡Mamita! ¿Estás bien?

-Sí, Mía, ¡no seas pesada! Haceme un favor. Salí de mi vista.

-Pero mami, ¿qué te hice?

-¡Andá a dormir ya!

VI.

Otra noche, a eso de las 2 a.m. Mía escuchó que la puerta de su dormitorio se abría, sigilosamente.

-Sh…. Richard a vos, nunca te va pegar, ¿sabés?

-¿Por qué le pegás a mi mamá?

-Porque tu mamá es mala. ¿No ves cómo te grita? Pero Richard no te grita. ¿Verdad que Richard no te grita?

-No.

-Richard es tu amigo.

-Ah.. pero no me gusta que le grites a mi mamá.

-Bueno, si te portás bien Richard no le va gritar más a mamá.

-Yo me porto bien- dijo Mía.

-Si te portás bien hoy y hacés lo que Richard te va pedir.

Richard comenzó a bajar el pantaloncito de piyama de Mía.

VII.

-¡Mi amor, no es cierto, con él no pasa nada!

-¿Qué no pasa nada? Vi como el tipo te miraba el c.,¿ te creés que soy idiota?

-Pero no pasó nada mi amor.

Richard estaba fuera de sí. Se sacó el cinto.

-¡Sacate la blusa!

Silvia estaba inmóvil.

-¡Sacate la blusa, c.!

Silvia comenzó a desabotonarse y Richard con sus propias manos, desgarró toda la prenda.

-¡Ponete de espaldas!

Y le dio uno, dos, tres, cuatro, cincuenta latigazos con su cinto de cuero.

La espalda de Silvia chorreaba sangre.

-¿Te quedan ganas de hablar con él?

-Mi amor no pasó nada…

-¡Todavía me mentís, h.d.p!

Richard sacó una navaja.

.Oíme bien, malparida, la próxima vez te mato. ¡Me entendiste!

TRES MESES DESPUES…

VIII.

-¿Usted es Juan Núñez?

-Efectivamente- respondió papá a la llamada telefónica.

-Le estamos hablando de La Seccional. Lo vamos a molestar, pero ¿puede pasar por acá?

Papá salió desesperado.

-Señor, tenemos una niña que pide por usted.

¿Se llama Mía?

-Sí, efectivamente.

-¿Y cómo Mía llegó acá?

- Es una larga historia, señor. ¿Se acuerda del terrible choque de la semana pasada? Lo dieron en todos los informativos.

-Últimamente no estoy viendo T.V.

-Entraron en colisión un ómnibus de COT, con un Renalut colorado, que venía a más de 250 km/h. Fue un choque frontal. En el auto viajaba una pareja joven. Murieron en el acto. Cuando vinieron a reconocer los cadáveres, nos dijeron que tenían una niña en su poder. Seguimos todos los rastros, y con la ayuda de los investigadores, llegamos a una agencia de tráfico infantil. La niña había sido vendida por 20 mil dólares. Desmantelamos la organización, todos sus miembros serán procesados. Y esta niña, Mía, pregunta por Ud.

-¿Puedo verla?

-Por supuesto señor, pase por acá.

-¡Mía!

-¡Papito! ¡Papito! Mamá me dejó en el pelotero, y me dijo que volvía enseguida, y luego vino una señora morocha, que me dio caramelos, y me llevó a una casa, donde había un tobogán, hamacas, y muchos niños, y me puse a jugar. Pero después vino la policía, y me trajeron. Papito, ¿por qué no vino mamita?

-Mía, mamita se fue de viaje.

-¿Se fue y me dejó?

Anna Donner Rybak © 2010

¿Qué van a tomar?


-¿Qué van a tomar?
- Por acá un café a la Viena.
-¿Y el señor?
-Un cortado largo.

-¿Por qué hoy no tengo escuela?

El 27 de junio de 1973 se escuchaban marchas militares durante todo el día. Estuve como dos meses sin ir a la escuela y me mandaban tareas para repasar en mi casa.

-Dice Esther que este es un pantalón de “milico”
-¡No se dice milico! ¡Se dice policía!
-¿Por qué?
-¡Porque te pueden llevar presa!

1975- “Año de la Orientalidad”. La torre del Palacio Legislativo estaba toda iluminada con luces de distintos colores. El Palacio se podía visitar como museo, un día nos llevaron con la escuela, y nos mostraron las salas de Senadores y de Diputados.

-En 1978, fui escolta de la bandera.
-¡Fá!
-Pasé al liceo con Sote.

En el ’80 estábamos en el balcón mirando una multitud frente al Cine Cordón. “Votemos por el No”, un acto proclamado por los blancos de Ferreira Aldunate. Hasta ese momento no tenía la más pálida idea de lo que había sucedido en Uruguay desde ese día de primer año en que no tuve clase. Ese día renací como “Hija de la Dictadura”:

“La gente llevaba fotos de Wilson Ferreira Aldunate. El acto era en el cine ,pero se llenó enseguida, así que la gente estaba en la calle. Se llenó la cuadra. Cuando el acto terminó, la gente empezó a salir y a caminar.. En ese momento, por la vuelta de Martín C. Martínez, aparecieron un montón de milicos a caballo, estaban esperando. Pasaron por encima de la gente, los molieron a los palos.“

-¿Qué van a votar tus padres?
-El ¡SI!
-¿Los tuyos?
-El ¡NO!

“Primero de Marzo de 1985. EL RETORNO A LA DEMOCRACIA. Día inolvidable. Podíamos escuchar música en castellano. Zitarrosa, Viglietti, nuestros. De Argentina vinieron Charly García, Nito Mestre, Mercedes Sosa, también cantó Silvio Rodríguez, y Pablo Milanés. La música también era libre.”

No más palabras prohibidas, censuradas, robadas, analizando el momento justo para decirlas.

-No entiendo a la gorda. Te juro que no le hice nada. ¿Será porque no fui al entierro de su abuela? Yo no voy a los cementerios, les tengo miedo.
-¿Querés saber por qué la gorda no te quiere?
-¿Por qué no me quiere? ¡No le hice nada!
-Un día me preguntó si me gustaba alguna chica de nuestro grupo.
-¿Y qué le dijiste?
- Que me gustabas vos.

-¿Te puedo dar un beso?
-Quiero, pero no sé si debo.

-¿Te casás? ¡No lo puedo creer! Sos la primera de todas.

-Estabas preciosa con ese vestido.
-No era mío, me lo prestaron.
-¿Te prestaron el Vestido de Novia?
-Fijate que me quedó perfecto, y no me salió nada.
-Yo lo tengo colgado en el ropero.
-Yo también. Capaz lo reformo y me hago un vestido corto.

-¿Dejaste la facultad? ¿Por qué?
-No me gustaba la carrera. Era muy técnica. Yo quería más arte.

-¿A qué te dedicás?
- Soy profesora.
-¿Y qué enseñás?
-Lógica, y Programación de Sistemas.
-¿No tenés otro trabajo?
-Estoy buscando, pero de mientras…

-Despertate, ya podés.
-Vamos.
-Esperemos.
-Mirá vos.
-Dos rayas.

-Siento náuseas todas las mañanas.
-No te preocupes, eso es ahora los primeros meses. ¿Fecha de U.M?
-Fá… no me acuerdo.
-Pero más o menos, aproximada.

-Estás muy bien. No engordaste casi nada.
-Realmente me siento muy bien.
-Igual te voy a dar unas vitaminas.

-Ustedes son madres primerizas. Si tienen una contracción, por favor, no vayan corriendo a internarse. Las van a mandar a la casa.

-Me duele la panza.
-Esperá, aguantá un poco.
-Me duele mucho.
-Bueno, vamos.

-¿La vas a mandar a una guardería? ¡Se va enfermar!
¿Viste?, tira a la beba todo el día en la guardería.

-¿No la vas a mandar a colegio judío?
-Ni loca.
-¿Por qué?
-Porque todos fomentan el Materialismo, y no quiero esa educación para mi hija.

-¿No tiene hambre? ¡Veníquelabuelatevadarlapapa!
-Que juegue un ratito más, no se va morir porque coma media hora más tarde.

-¿Sabés que la nena está muy flaca?
-Sí, yo la veo muy menudita…
-Y bueno, no le dan de comer…
-Es que la madre no está nunca.
-¿Y no tiene una empleada?
-¡No! La tira todo el día en una guardería.

-¿Conseguiste otro trabajo? ¿No será mucho?
-Es sólo por ahora. Falta poco para el 2000, y tengo que aprovechar.
-Que divina, se te ve tan cansada…

-¿Y porqué tenés depresión? ¡Si no tenés ningún problema!

-Esta chica tiene mucho tiempo libre. Si se ocupara de su casa, su marido y de sus hijas como corresponde, no le daría el tiempo para deprimirse. ¡Pobre mi hijo! Con todo lo que trabaja, y llega a la casa, y ella está llorando.

-¿Comiste? ¿No querés que te haga una costillita? Seguro que en tu casa no hay..
-Bueno…

-Y bueno, si querés estudiar canto, estudiá, si eso te hace feliz…

-¿No querés oir el tema que grabé?
- Ya va…
- ¿Qué te parece?
- Está bien. Ah, empieza el informativo.

-¿Me tengo que fumar todo el espectáculo para ver tu número? Avisame a la hora que cantás, que llego y me voy.
-No hay problema.

-¡Mirá, escribí una columna y me felicitaron!
-Que bien.
-¿Te la puedo mostrar?
- Bueno, dale.
-¿Y, qué te pareció?
-Está bien.

-Me van a colgar los cuadros en la fiesta del año del Espacio Literario. Además vamos con el coro. No te preocupes, sé que estás muy cansado.
-Y sí, es en la semana.

-Me quiero separar.
-Perfecto.

-Estoy confundida.
-¡Yo sabía! ¡No te quiero ver nunca más en mi vida! ¡Nunca vas a ser feliz! Agarrá tus cosas y andate ahora mismo.
-Yo de acá no me voy.
-¡Yo tampoco!

-Mirá, sé que somos muy distintos, pero yo te quiero, ¿qué voy a hacer?
-Pero yo no te quiero más.
-¿Por qué?
-No te quiero más y punto.

-No te soporto más. Me aburrí.
-¿Es por mi depresión?
-Y digamos que no es lo más agradable. ¡No te tengo más paciencia!
-Bueno, andate.
-No, yo de acá no me voy.

-¿Te pasás todo el día llorando? ¡No te soporto más!

-Mamá, en las casas de mis amigas siempre hay comida fresca, acá siempre hay comida hecha.
-Sabés que no estoy pasando por un buen momento.
-Ah, estás enferma pero ¡ tenés tiempo de estar en la computadora todo el día!
-Yo la uso para escribir.

-Esta semana me voy.
-Bueno.

-Mamá, ella se va con papá, porque vos estás muy débil, yo me quedo contigo, lo decidimos entre las dos.
-Está bien.

Una hija se fue.

-¿Sabés qué? ¡Todavía que soy la única que te escucha sos tan egoísta! ¡No me vas a ver nunca más!

Otra hija se fue.

-No sé cómo voy a seguir la vida.
-Es duro, pero no te queda otra.

-¿Les traigo la cuenta?
-Así está bien.
-Muchas gracias.

Anna Donner Rybak © 2010

Brevemías de Frida I. DOLOR


Desperté flotando
En un lago púrpura
Muerte de mi trascendencia.

Tú, dolor fiel.
Eterno compañero
De todas mis dimensiones.

(Física
Alma
Engaño
Muerte).

No sería madre.
ETERNAMENTE.

Anna Donner Rybak ©2010

Brevemías de Frida II MODO SUBJUNTIVO (PRETÉRITO PLUSCUAMPERFECTO)


Si aquel día
No hubiese tomado
Ese tranvía
Todo había sido diferente.

No puedo, Ray (*)
Ir a buscar la mariposa
Eso sería
Una utopía.

El Pasado
Es un archivo.pdf
No se puede editar
Sólo ver.

Si aquel día
No hubiese tomado
Ese tranvía
Todo había sido diferente.

Te habrías casado conmigo,
Alejandro,(*)
Y no te hubieras ido a París,
Yo comprendo.

Como no te casaste conmigo,
Alejandro, (*)
Y te fuiste a París,
Yo conocí a Diego.

(*)Alejandro Gómez Arias, su amor de juventud
(*)Ray Bradbury

Anna Donner Rybak ©2010

La Era de la Ingenuidad.


I.

La profesora hablaba mientras yo llenaba de corazones las páginas de mis cuadernos.

Obviamente, con el nombre del amor ensoñado de turno.
Eran tiempos de volares, no teníamos preocupaciones mundanas, como calcular el precio del litro de leche, o apresurarnos para rendir en el empleo.
En la Era de la Ingenuidad teníamos todo el tiempo del mundo.
La única “responsabilidad” era estudiar para los escritos, y yo lo hacía más o menos, es que era inteligente, y aplicaba la “Ley del Mínimo Esfuerzo”.
Esto me dejaba todo el tiempo del mundo para soñar con castillos y príncipes encantados.
Mirábamos el cielo desde la azotea de la casa de mi mejor amiga, y un porvenir virgen nos aguardaba.
Filosofábamos acerca de nuestro futuro, pero sin la angustia existencial que trae la madurez, sino que lo concebíamos ensoñado con la ingenuidad de la etapa que atravesábamos.
Por supuesto que creíamos que el “Ser Feliz” era reductible a tener El Novio, luego casarse, tener hijos, y comer perdices.

II.
A pesar de crecer entre cuentos de hadas fui la menos ingenua de mi grupo de amigas.
Ya vaticinaba entonces, que era más lindo probar varios príncipes antes de elegir al definitivo.
Lo cierto es que tuve unos cuantos novios.
Claro que en esa época no se decía “Amigo con derecho a roce”, ni “Amigovio”.
Todo era formal, solemne.
O quizá eso era fruto de nuestra propia mojigatería.
Yo siempre tenía un abanico de posibilidades.
La Madre Naturaleza me había otorgado la Gracia de nacer Linda.
Quizá, pecaría de soberbia, pero debo de reconocer que yo era Linda pero de las más lindas.
Tenía varios atributos que las demás no.
En primer lugar, mis ojos celestes, en ese entonces miopes, pero guardados tras unas lentes de contacto de mucho aumento.
En segundo lugar pelo largo y rulos naturales, en tiempos donde se usaba “La Permanente”. Mientras todas mis amigas terminaban en el salón de belleza quemándose el pelo yo, venía enrulada de fábrica.
Otro de mis puntos fuertes eran mis labios, y sonrisa.
También mis facciones delicadas.
Todo eso hacía que cada vez que yo iba a un baile o a un grupo, todos querían ser mis amigos, con la secreta esperanza de convertirse en mis novios, pero cuando veían que no serían elegidos, desistían.
Yo disfrutaba de esa especie de sitial de honor.

III.
Yo ya iba por el segundo o tercer novio, y ya me había dado el lujo de dejar a quien mucho me amaba junto con sus planes de nuestro futuro casamiento.
Era la época de ingreso a la universidad, época de muchos cambios, veranos completos estudiando a Le Corbusier, Frank Lloyd Right, Fresnedo, Villamajó, Cravoto.
Mi madre nos traía café con crema, una excentricidad que nos ayudaba a pasar jornadas de diez horas con mi compañera de estudios.
Ese fue mi primer año de “soltería” luego de mi noviazgo formal, que había durado un año y medio.
Yo quería disfrutar de la vida.

IV.
Un día fuimos con otras amigas a un baile en el Templo de la calle Buenos Aires. A estas alturas, yo ya había concurrido a varios eventos similares. Y siempre rechazaba a los infortunados que me pedían para bailar.
Porque en esas épocas lejanas, una mujer no salía a bailar si no era invitada por un hombre.
Las había que no podían pisar la pista de baile en toda la noche por culpa de esos desgraciados, era un método muy injusto.
Claro que yo estaba exenta de esos avatares, dado que pertenecía a la casta de “Las Lindas”.
Esa noche ya me la imaginaba espantando pesados, porque estos hombres a veces insistían, y se ponían bien pesados cuando de repente se hizo silencio.
Alguien cantaba en el escenario.
Ya en esas eras pretéritas yo tenía cierta predilección por los espíritus artísticos, podían ser músicos, poetas o cantantes, ese era mi “target”.
El cantante (Jazán) no estaba mal. No era muy alto, era morocho, y dueño de una voz seductoramente grave.
Entonces me dije que con ese hombre podría hacer una excepción y aceptarle una invitación a bailar, en caso de que sucediese.

V.
La actuación terminó y el Jazán se acercó a nuestro grupo. Yo, que no me caracterizaba precisamente por mis dotes de simpatía, hice un esfuerzo, y cuando nos habló, participé de la conversación.
Como yo ya había vaticinado, me invitó a bailar, a lo cual respondí “SI”.
Era mi primer novio artista, supongo que eso le dio un toque de Divina Gracia a él.
Comenzamos a salir, y nos pusimos de novios.
Yo vivía mi primer enamoramiento de los muchos más que sucederían en mi vida.
El primer enamoramiento me tenía en las nubes.
Soñaba despierta.
Pensaba en él todo el tiempo.
Íbamos a reuniones de grupo.
El me cortejaba.
Por supuesto, hubo presentación a mis padres.
Era la primera vez que me enamoraba así, poniendo los ojos bobos.
Iba a la facultad y lo veía en el patio, en los talleres, en las clases.
Era feliz.

VI.
Llevábamos algo más de mes y medio de noviazgo cuando un día el Jazán me dijo que teníamos que hablar.
Si yo hubiese prestado atención, habría percibido su ceño fruncido.
Pero lo cierto es que estaba presa de tal embelesamiento e ingenuidad, que no presentí la tragedia que se venía.
Nos sentamos en un café, y entonces, vino la bomba. Peor que la de Hiroshima, peor que la de Nagasaki.
-Ahora que Esther dejó con Elías, me voy a arreglar con ella- fue todo lo que dijo.
-Como ella estaba con Elías, yo no tenía esperanzas, pero ahora, vamos a empezar algo juntos. – culminó su discurso.
Así lo dijo.
Con total desparpajo.
Sin movérsele un pelo.
Yo quedé estupefacta.
¡Había jugado conmigo!
¿Y para qué se había molestado en ser tan formal entonces?
Si yo hubiera sido una transa, todavía. Pero el Jazán se había mostrado orgulloso conmigo, me había presentado a sus amigos, había ido a conocer a mis padres.

VII.
Pasaban los días y yo permanecía incrédula ante lo sucedido.
Era tan inentendible la actitud del Jazán.
Yo no tenía ganas de reír, ni de salir.
Necesitaba que alguien me explicara lo sucedido, puesto que en mi lógico razonamiento, no cerraba el que si yo hubiese sido una transa para el Jazán, se hubiera tomado la molestia de cortejarme, de conocer a mi familia.
Es más, nunca llegamos a tener sexo.
Esta vez me había tocado a mí, ser la abandonada. (Es que a todos nos toca, tarde o temprano.)
Pero lo que me desvelaba era su comportamiento tan extraño.
Como espíritu lógico que soy, esto no me cerraba por ningún lado.
En esos días, el Sheliaj (líder) del grupo y su mejor amigo, me había ofrecido varias veces conversar conmigo para consolarme. Yo no me decidía, pero una tarde me dije que no tenía nada que perder y el Sheliaj me invitó a su casa.

VIII.
Eran las dos de la tarde, cuando toqué timbre en su departamento. No era la primera vez que iba allí, con mis amigas habíamos concurrido en otra oportunidad, así que estaba totalmente tranquila. Además, el Sheliaj estaba casado.
Él era gordo, y feo, además como todos los sabras, no usaba antisudoral, sin embargo estaba casado con una mujer hermosa, una rubia de pelo lacio y ojos claros. Nosotras no entendíamos qué le habría visto esa mujer al Sheliaj, pero una vez más se cumplía la premisa: el amor es ciego y sordo.
El Sheliaj me abrió y me invitó a pasar. Al preguntarle por su esposa, me dijo que ella había salido.
El Sheliaj empezó la conversación, diciéndome cuánto comprendía mi sufrimiento, que a mí se me había visto muy enamorada del Jazán.
Pero no era eso lo que yo quería oír.
Quería una razón de peso que me justificara su nefasto comportamiento.
El Sheliaj me dijo que no tenía la menor idea.
De repente una pregunta de su parte me sorprendió:
-¿Querés que te ayude a recuperarlo?

IX.
Supongo que mi estado de abombamiento no me permitió evaluar con lucidez esa pregunta. Lo cierto es que, impropio de mí, le di la tonta respuesta de “Sí”.
-Bueno- dijo el Sheliaj- para que yo te pueda ayudar a recuperar al Jazán tengo que saber cómo lo besabas.
Entonces, en ese momento, a pesar de mi letargo, caí en la cuenta de que algo no estaba bien.
-¿Cómo?- le dije.
-Sí- dijo el Sheliaj- para que yo te pueda ayudar tengo que saber cómo lo besabas.
-No te entiendo- respondí.
Entonces, cuando quise acordar, tenía próximo a mí, ese cuerpo oloroso, ese rostro que de pronto se había transformado en un monstruo, ese aliento putrefacto.
El Sheliaj había acercado su cara a la mía.
-¡Pará!- le dije. -¿Qué hacés?
-Si querés que te ayude- me dijo el Sheliaj – me tenés que besar a mí, para que yo sepa cómo besabas al Jazán. Si no me besás, no te voy a poder ayudar.
Dentro de mi estúpida ingenuidad, me daba cuenta qué estaba ocurriendo. Ese sabra inmundo se quería abusar de mí, ¿qué creía? ¿subestimaba mi inteligencia?
-Me voy ya mismo – le dije.
Aún se atrevió e insistió una vez más.
-Es sólo un beso- dijo.
Esa frase me dio asco.
¿Y si no me dejaba salir?
¿Y si trancaba la puerta?
Agarré mis cosas, y salí, por suerte el Sheliaj no cerró la puerta, y ya en la calle, me alejé corriendo del lugar.

X.
Ninguna de mis amigas me creyó. El Sheliaj era una alta autoridad en la Organización, y yo una ingenua tonta abandonada.
No tenía la más mínima posibilidad de que me creyeran a mí. El Sheliaj era una figura de mucho poder.
Yo tuve suerte porque me dejó salir.
¿Pero si no lo hubiera hecho?
¿Y si me hubiera violado?
¿Acaso alguien me habría creído?
¿A cuántas otras ingenuas abombadas sometería este crápula a diario?

XI.
Lo cierto es que ese ser vil y repugnante ascendió, Y sigue siendo más que líder de organizaciones.
Me pregunto ahora, luego de veinte años, cuántos más existen, execrables más como él, ocupando sitiales de poder, lo cual les otorga una impunidad absoluta.
Pero al menos, los años me dieron la respuesta que buscaba.
-El Jazán creyó que vos eras hija de los Cohen que tenían la fábrica de lencería.
En la actualidad, el Jazán se fugó a Panamá, dejando a Esther con dos hijos. Esther es hija de los Perelmann de la fábrica textil.
De más está decir, la textil de los Perelmann quebró hace algunos años.
Anna Donner Rybak ©2010

La sobreviviente del bosque.


(Dedicado a la Memoria de los seis millones de muertos en los campos de exterminio durante el Holocausto)
I.

Ya es noche cerrada. Todo parece estar en calma. La música del viento moviendo las hojas de los árboles, algún grillo, algún vuelo nocturno. El bosque ahora, parece, está ausente de humanos.

No obstante, Rivka es muy desconfiada. Sabe perfectamente que en cualquier momento uno de ellos puede salir de su camuflaje con la fauna, y con la flora del bosque. Así que va esperar bastante tiempo más antes de hacer cualquier tipo de movimiento.

Rivka prosigue inmóvil en su sitio. Sus brazos, rodean su tesoro más preciado, y decide aprovechar esos momentos, para retener el último contacto. Grabar ese momento en la memoria. Trata de recordar su olor, su piel suavecita, y hace de cuenta de que esa piel todavía no está fría.

Han pasado dos horas más. En el bosque hace un frío glacial, Rivka está aterida. Evidentemente, hoy, ellos no volverán. Seguramente, estarán festejando las cifras en la cantina del pueblo cercano, con unas cuántas cervezas, y cantando el “Heil Hitler”.

Hace un ratito, nomás, unas seis horas, como todos los días, el Oberfurer VonMorsen, los había hecho formar fila, y había señalado quiénes a la derecha, y quiénes a la izquierda.

Al principio, Rivka moría de angustia, cada tarde, cuando VonMorsen, señalaba. Más adelante, se fue acostumbrando, era peor ponerse nervioso. Porque si lo notaban, ya ahí mismo era boleta.

El pequeño Joshua apretaba con su manito la mano de mamá. Joshua era muy pequeño. Rivka le había explicado, que VonMorsen repartía bolsas de caramelos, pero como los caramelos no le alcanzaban para todos, entonces, iba eligiendo.

Pero esa tarde, les dijeron “Izquierda”. – “¿El también?” Atinó a preguntar al soldado que esperaba impaciente se moviera. Sólo recibió un culatazo. Joshua rompió a llorar. El SS lo había asustado.

Una vez concluida la repartida de caramelos, indicaron a La Fila desplazamiento. Caminaron al menos una hora, hasta llegar a un claro del bosque. Les ordenaron pararse al borde de la fosa, que ya estaba preparada.

Fue todo muy rápido. Les habían hecho quitarse la ropa, y ¡Pum, pum,pum!. Así, fueron cayendo, uno tras otro. Los oficiales de las Waffen SS se paseaban y revisaban. Si alguien aún vivía, le volvían a disparar, a fin de cerciorarse que la misión fuera exitosa.

Rivka permanecía inmóvil, en medio de sus compañeros, que lentamente, comenzaban a enfriarse, al igual que el pequeño Joshua.

Hacía un esfuerzo sobrehumano para no realizar movimiento alguno, se cuidaba de cada gota de aire que respiraba, no sea cosa que las Waffen descubrieran el ardid.

Es así como Rivka yace en una fosa, en medio de los cadáveres de toda su gente, con su hijo muerto en sus brazos.

II.

Ha llegado el momento. Toca por última vez a su hijito adorado, que quedará para siempre en ese agujero negro, con su inocencia interrumpida, por monstruos salvajes. Rivka no se decide. No puede dejar de tocar a Joshua, ya con su pielcita fría, muy fría.

Rivka reaciona. Le quedan pocas horas, porque cuando se haga el día, deberá resguardarse para continuar la marcha la próxima noche.

Rivka se levanta de la fosa. Desnuda, famélica, es un saco de huesos, con largo cabello color oro, corriendo por un bosque hostil.

Rivka corre, tratando de alejarse del lugar lo más rápidamente posible.

Rivka no piensa. No tiene nada, tan sólo corre, corre, corre, corre, corre.

La traiciona una raíz oculta, que ella no ha visto, y cae.

Inmediatamente escucha voces. ¡Ahí están ellos! Antes de un minuto, un Waffen SS, le pega con la escopeta. Mira a sus camaradas, y comienza a reír a carcajadas.

-“¿Dónde se quedó tu colita?”- ríe el SS. Da vuelta la cabeza, y pregunta a los otros: -“¿Ven acaso la colita de esta judía? ¡Decinos donde está tu cola, judía de mierda, carajo!

-“¡La judía no tiene cola! ¡La judía no tiene cola! ¡La judía no tiene cola! “– coreaban y reían los demás.

-“¡Es lo que hay esta noche, muchachos!”- dice otro.

Entre dos, le atan las manos, y la tiran al suelo. Rivka cierra los ojos.

Uno tras otro, van dejando sus repugnantes efluvios, y hacen dos rondas cada uno.

Ya saciado el brutal instinto, parece que se disponen a retirarse.

Rivka sigue inmóvil. Está deseando que desparezcan, para levantarse y volver a correr…

III.

Pero esta noche, la suerte no está de su lado. Uno de los Waffen SS se queda plantado allí, como una estaca.

-“¿Qué creés, pérfida judía? ¿Qué te vas a ir tan campante? Arrodillate.”- dice el Waffen SS.

Rivka permanece inmóvil.

-“¡Arrodillate! ¿O se te taparon las orejas?”

Rivka, pues, se puso de rodillas. Aterida, temblorosa, sangrando por la vejación de los otros, con restos de semen de gordos, de semen de cerdos, de semen de monstruos.

-“No estás mal. Hoy no te voy a matar. ¿Viste? Ustedes que dicen que somos monstruos. Hoy, te salvás, judía. Te quiero dar más, estás buena”.

El Waffen SS la arrastra de los pelos unos dos km. Hasta llegar a una cabaña, como la de Hansel y Gretel. Abre la puerta, y la tira en un catre.

Rivka lo observa. Es el típico ejemplar de la raza aria, alto, cabello rubio cortado al ras, y unos ojos celestes que la miran con odio.

Rivka sigue tirada en el catre. El alemán, se da el lujo de desvestirse parsimoniosamente. Se sienta en una silla, se quita las negras botas que brillan.

Finalmente, queda desnudo.

Rivka espera aterrada. La Bestia se tira brutalmente sobre ella, la veja, le destroza la piel, la sacude del pelo, eyacula varias veces, hasta que queda ahí, exhausto.

La Bestia se levanta. Rivka aguarda. Ya nada peor puede sucederle, no teme, Joshua murió, así como el resto de su familia, no le queda nada.

Pasan una media hora, y La Bestia, aparece con una manta. Rivka está desconcertada.

La Bestia, la deposita hasta con cierta ternura, en el catre, y la tapa con la manta.

Rivka pierde el conocimiento.


IV.

Rivka abre los ojos. Nota que su cuerpo ya no está helado, alguien le ha puesto una especie de blusa. También le han lavado el rostro, y el cuerpo.

La Bestia, está sentada a su lado.

Rivka permanece desconcertada. La Bestia le pregunta cómo está. Ella le dice que mejor.

Rivka le preguntaría que lo hizo cambiar de idea, pero sabe que cualquier cosa que diga, será tomada en su contra.

Rivka tiene el cabello rubio, largo, y ojos verdes. Parece que a La Bestia le gustó.

-“Es una pena que seas una judía”- dice él.
Rivka permanece en silencio. Tiembla.

-“No tengas miedo, no te voy a hacer más nada”.

Rivka cada vez entiende menos. El Demonio devenido en Angel, la mira con ternura. Le acaricia el rostro, el cabello, y sus expresiones se van suavizando.

-“Sos muy linda”- dice La Bestia.

-“Gracias”- dice Rivka.

-“Si no fueras judía, me casaba contigo”

Rivka no dice nada.

-“Te busqué ropa”- dice él. –“No podés correr por el bosque desnuda, porque te vas a morir de frío. Tomá, vestite”.

Rivka se incorpora. Lo que queda de ella, piel y hueso.

-“No tengas miedo”- vuelve a decir él. –“Vestite tranquila”.

Rivka se pone la ropa.

-“Ahora abrigate” – dice él, y le alcanza un grueso tapado.

“-Vas a caminar unos tres kilómetros, y vas a encontrar una aldea. Ahí preguntá por Hans. Decile que yo te mando-”.

“-¿Y cómo es su nombre?”

-“Cierto. No te lo dije. August”.

-“¿Por qué me ayuda? “- pregunta Rivka.

- “Mirá, sé que vos pensás que soy un monstruo, y tenés toda la razón. Pero los monstruos también tenemos sensibilidad”.- dice August.- “Me gustaste, sos linda, y una belleza como vos, no merece morir. Capaz cuando termine la guerra te busco, me encantaste.”

-“Gracias August. Mi nombre es Rivka.”

-“Un placer haberte conocido …RIVKA”.

Anna Donner © 2010.
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